Nuevo gobierno, ¿qué agenda?
Publicado en NVI Noticias el Martes 3 de enero de 2023
Se cumplió el primer mes desde la llegada del
nuevo gobierno encabezado por el Ing. Salomón Jara. En el mensaje pronunciado
el 1 de diciembre desde el Auditorio Guelaguetza, luego de rendir protesta ante
el congreso local, el gobernador entrante resumió su agenda de trabajo en doce
objetivos prioritarios. Sin embargo, estos primeros treinta días han registrado
un conjunto de hechos que implican el despliegue de recursos, gestiones y
capacidades de gobierno que, rivalizan con la consecución de la agenda de prioridades
y vuelcan la administración pública a la atención de un gran cúmulo de hechos imprevistos
que conforman en sí mismos “otra agenda”.
Entre los objetivos prioritarios que anunció
el gobernador están: acabar con la corrupción, disminuir la desigualdad,
promover la inclusión de los grupos vulnerables, garantizar los derechos de
niñas, niños y adolescentes, incrementar la seguridad, promover la paz con
justicia y bienestar, garantizar una vida libre de violencia a todas las niñas
y mujeres, promover proyectos estratégicos de infraestructura y el desarrollo
económico de las ocho regiones, además de consolidar el proyecto del Corredor
Interoceánico, entre otros.
Esta agenda se plantea en el marco de un
conjunto de principios rectores tales como la justicia, la austeridad, la
transparencia, la interculturalidad y la paz. También se proponen diversos cambios
legislativos para mejorar los procesos de auditoría, instaurar la revocación de
mandato, establecer una ley de amnistía, y más.
Finalmente, se señala una estrategia de
comunicación social en la que se implementarán conferencias de prensa
semanales, los llamados jueves de Gozona y recorridos frecuentes en los
territorios.
En contraste con esta agenda, el primer mes de
gobierno ha implicado lidiar con múltiples factores o hechos que modifican los
cursos de acción gubernamental. Pensemos por ejemplo en el problema de la deuda
heredada del gobierno anterior (superior a los 20 mmdp), los Fiats notariales,
las obras inconclusas o las plazas de nueva creación aparentemente
comercializadas por los funcionarios anteriores. No son problemas menores. Se
trata de casos en los que se pone a prueba la capacidad gubernamental para
sancionar malas prácticas de los servidores públicos. En todo esto está en
juego la demostración de que el nuevo gobierno puede realmente desterrar la
impunidad entre la clase política.
Otros hechos que engrosaron la “otra agenda” fueron
la irrupción de la sección 22 con su rechazo al plan educativo federal (i.e. la
denominada Nueva Escuela Mexicana), los diversos conflictos municipales que se
activaron (v.gr. en Santiago Yaitepec, San Martín Peras, San Andrés Yaá, San
Juan Mazatlán y Reyes Etla); e incluso la aparición del Frente Popular
Revolucionario (FPR) denunciando acciones de gobierno y bloqueando caminos. También
se puede considerar la constitución de la coalición de ejidatarios apuestos a las
obras del Corredor Interoceánico y el caso de Claudia Uruchurtu acompañado de la
renuncia del fiscal. Cabe aquí también la demanda de destitución del
Coordinador General de Atención Regional por parte de pobladores (as) mixes.
El recuento de factores imprevistos en un solo
mes parece interminable. La fuga de amoniaco de los ductos de Pemex y el
consecuente desplazamiento de poblaciones de la zona norte del Istmo ha demandado
capacidades de deliberación y respuesta del gobierno.
Hay claramente dos agendas. Por un lado, la
planteada por el diagnóstico del gobernador, y por otro, la planteada por la
dinámica de los actores y de las circunstancias. Esta segunda es altamente
demandante de recursos y de decisiones y puede imponer costos a la efectividad
con la que se pueda cumplir la primera.
La sociedad oaxaqueña -y sus manifestaciones
políticas- está asociada a inercias que se transfieren de un gobierno a otro y
que se traducen en conflictos, inseguridad, denuncias y protestas crónicas. En
física se denomina inercia a la resistencia que oponen los cuerpos a modificar
su estado de movimiento (o de quietud), ya sea para alterar su velocidad, su
rumbo o para detenerse. De este modo, y en sentido metafórico, podemos decir
que, un riesgo que enfrenta el nuevo gobierno es que la inercia social termine marcando
la trayectoria de sus acciones y desplazando la agenda prioritaria que el mandatario
ha anunciado y que por ello, al igual que otros gobiernos, el entrante termine absorbido
por la atención de la “otra agenda”, la de los imprevistos que vuelven el
ejercicio de gobierno en un lidiar día con día con asuntos que inhiben la
consecución de objetivos de largo alcance. Esperemos que no ocurra así.
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