Bloquear el cambio

 

 Publicado en NVI Noticias el Miércoles 29 de marzo de 2023

Por: Arturo Tapia*

Al largo bloqueo de las obras de un tramo del corredor interoceánico por parte de pobladores de Mogoñe Viejo (Guichicovi), y a los intermitentes bloqueos de las obras de la escollera en el puerto de Salina Cruz, por parte de sindicatos de transportistas, esta semana se sumó un nuevo bloqueo a las obras de la carretera a la costa por parte de habitantes de una agencia de San Pablo Coatlán. A mi juicio, estos eventos tienen algo en común, a saber, revelan que las poblaciones locales no se han apropiado de las megaobras en curso; es decir, les resultan proyectos “de otros” que beneficiarán “a otros”; de modo que, no ven en los retrasos de obra un evento que les afecte o que ponga en riesgo algo propio.

Considero que, la estrategia del bloqueo a estas obras es resultado de una falla estructural del cambio que está experimentando Oaxaca, a saber, se trata de un proyecto de desarrollo que viene “de arriba” y “de fuera” y que no termina de explicitar el nexo con las poblaciones locales, al menos esto es claro en el Istmo. Se trata de una transformación profunda que los habitantes no pidieron y que algunos perciben incluso como amenaza a sus modos de vida. Los anuncios de empleo y salario no alcanzan a justificar el cambio.

La reciente visita de Ken Salazar y de John Kerry, embajador y enviado especial para el clima del gobierno de Estados Unidos, respectivamente, y el anuncio de instalación de cuatro nuevos parques eólicos en el Istmo con inversión estadounidense, no hacen sino reforzar la citada percepción: la transformación de la región viene “de arriba” y “de fuera”.

Incluso el caso de poblaciones que han aceptado compensaciones por sus terrenos o que, como los sindicatos de transportistas, están tratando de usufructuar el acarreo de materiales, mantienen una relación utilitaria que no les impide bloquear las obras como medida de presión para gestionar sus agendas, abonando con ello a los retrasos generales que registran todos los proyectos.

Por otra parte, el bloqueo de la semana pasada a la obra de la carretera a la costa protagonizado por una agencia de San Pablo Coatlán revela el mismo problema de falta de nexo con el proyecto; sólo que, en este caso, aparece un factor agravante, a saber, la existencia de demandas acumuladas que necesitan atención y que condicionan las prioridades de los pueblos o que las hacen distintas a las de los gobiernos. En otras palabras, la agenda infraestructural de los gobiernos federal y estatal contrasta con las agendas locales formadas por rezagos de todo tipo y esto también induce el bloqueo de las megaobras.

A su vez, se debe reconocer que, si a estas alturas algunas poblaciones siguen viendo los megaproyectos como ajenos, distantes o en definitiva, riesgosos, esto también es resultado de fallas en las estrategias de comunicación de los gobiernos. En el Istmo falta información sobre las obras -algo que demandan varios actores- y esto sin mencionar la falta de las correspondientes consultas públicas.

Paradójicamente, los llamados a los inconformes en el Istmo, que hizo el presidente de la república en su reciente visita, para modificar sus posturas, pueden tener el efecto de estigmatizarlos, de deslegitimar sus protestas y de generar polarización entre inconformes y partidarios de las obras. Es un discurso riesgoso.

Es verdad que la protesta social en Oaxaca muchas veces reproduce estrategias clientelistas y corporativistas que engordan los bolsillos de líderes oportunistas, a la usanza de la escuela heredada del viejo sistema político. Pero también es innegable que una transformación territorial que viene “de arriba” y “de fuera” no puede tener a todos contentos. Es necesario mucho diálogo y mucha información para desbloquear las tensiones.



* Investigador por México en el IIS-UABJO. Correo: latapiagu@conacyt.mx

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