Istmo: la agenda social

 Publicado en NVI Noticias el Miércoles 8 de marzo de 2023

Por Arturo Tapia*

La semana pasada siguieron multiplicándose, y a mi juicio, agravándose, los conflictos sociales asociados a los distintos megaproyectos que están en curso en el Istmo de Tehuantepec. Me parece que estamos ante la formación de una coalición social opositora que va creciendo en organización y que está elevando los retrasos en las distintas obras, señalando con esto la necesidad de un cambio de estrategia entre quienes promueven los proyectos.

El gobernador ha dicho que el Corredor Interoceánico, por ejemplo, será mucho más grande que el Tren Maya, en términos económicos y de desarrollo, y que no solamente es un proyecto importante para Oaxaca, sino también para el país y para América Latina. Asegura que la entidad tendrá desarrollo y bienestar gracias a las inversiones extranjeras y nacionales que llegarán a través de los parques industriales proyectados en la región. Esta perspectiva no entusiasma a todos los segmentos de la región.

La semana pasada ejidatarios de la comunidad Santa Cruz Bamba de Santo Domingo Tehuantepec, bloquearon varios días la carretera costera entre Salina Cruz y Huatulco para exigir pagos y claridad en los volúmenes del material pétreo que se está utilizando en la construcción de la escollera oeste del puerto de Salina Cruz.

Por su parte, grupos de comuneros y ejidatarios bloquearon durante varios días la vía del ferrocarril en el tramo Mogoñé Viejo - Vixidu, de San Juan Guichicovi, señalando incumplimientos de acuerdos. A esta movilización se sumaron comisiones de los pueblos de Hierba Santa, Río Pachine, Encinal Colorado, El Zarzal y Palomares.

A su vez, la Unión de Comunidades de la Zona Norte del Istmo denunció que integrantes de la Secretaría de Marina amenazan e intimidan a los ejidatarios y pequeños propietarios de la zona, lo cual aumenta las inconformidades.

Anotemos que, los megaproyectos en el Istmo entrañan un orden económico, social y jurídico concebido desde el gobierno federal e implementado en el plano local. Se trata de un cambio territorial radical que no se consultó debidamente. De esta manera, las obras iniciaron con déficits severos de información y de consenso. A esto ha seguido una verdadera cascada de percepciones negativas en las poblaciones tales como riesgo, daño, engaño, afectaciones, etc. y esto alienta la inconformidad, la radicalidad y el oportunismo.

Es incierto si aún se puede corregir un proceso deficitario en su origen. Sin embargo, considero que la inconformidad de los pobladores se debe atender a través de transparencia en la información, el combate a la corrupción y mecanismos claros de distribución de las rentas generadas por los proyectos. Son temas que conforman la agenda social en el Istmo. Ni los opositores ni los promotores de las obras la empujan con claridad.

Se debe transparentar cómo se van a distribuir las ganancias de los megaproyectos. Los arreglos que se tengan en el presente definirán quién tendrá derechos de apropiación, uso y transferencia de los beneficios que se generarán en el futuro. Si no se imaginan modelos de derechos de propiedad alternativos, las poblaciones pasarán de ser dueñas del territorio a no se sabe qué.

Los parques industriales proyectan la asignación de roles restringidos para los pobladores: los pueden hacer empleados, pero no los harán socios directos de la industrialización. En el mejor de los casos, quizá algunas empresas locales se inserten en las cadenas productivas. El trasfondo es maquilador. Las empresas vendrán para aprovechar las ventajas geográficas. Ofrecerán empleos que generarán grandes flujos migratorios, procesos de gentrificación, urbanización, etc. Un cambio así debía consultarse con las poblaciones.

La experiencia en Oaxaca muestra que los proyectos con un fuerte componente territorial (mineras, eólicas, turismo) requieren negociarse y consensuarse con los pobladores locales. El mecanismo de expropiación, compensación-indemnización, implementación, que se sigue actualmente, tiene inconsistencias que lo hacen socialmente inviable.

Las poblaciones originarias deben ocupar un rol más claro en los proyectos. No pueden quedarse en la incertidumbre de ver si logran insertarse de algún modo en los proyectos cuando ya estén en operación. Los gobiernos federal y estatal necesitan diseñar y asumir un giro social en la agenda del Istmo. Esperemos que lo hagan antes de que se imponga la fuerza frente a los crecientes bloqueos.

 



* Investigador por México en el IIS-UABJO. Correo: latapiagu@conacyt.mx

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