Paz, justicia, bienestar

 

Publicado en NVI Noticias el Miércoles 16 de agosto de 2023

Por Arturo Tapia

 

El pasado 8 de agosto el gobernador Salomón Jara presentó en ceremonia muy formal el denominado Programa de Paz con Justicia y Bienestar para el Pueblo de Oaxaca definido por él mismo como "una estrategia para fortalecer en la entidad la estabilidad, tranquilidad y concordia a favor del pueblo oaxaqueño".

El mandatario destacó que en esta estrategia el diálogo es el pilar para la construcción de la paz y además, rescata los valores fundamentales de los pueblos y comunidades. Se busca, dijo, dejar atrás un pasado de agravios y conflictos, prevenir la polarización abriendo canales de diálogo y evitar el bloqueo como estrategia para la resolución de demandas.

El Programa, agregó, se implementará a través de cuatro ejes en 50 municipios prioritarios que tienen alerta por violencia de género. Participarán distintos niveles de gobierno, además de los denominados delegados de paz.

Aunque un poco tardío, y anunciado en una semana particularmente agitada, el Programa no puede dejar de pensarse como un hecho positivo dentro de la agenda de gobierno, porque, en efecto, Oaxaca necesita un verdadero proceso de pacificación. A este respecto, el gobierno en turno no tiene una tarea fácil. Un recuento somero de patrones de conflictividad en el estado arroja problemas de ayuntamientos y/o poblaciones contra empresas, de trabajadores contra ayuntamientos, de comuneros contra comuneros, comuneros contra poblaciones, poblaciones contra los gobiernos estatal y/o federal, agencias municipales contra presidentes y cabildos, normalistas contra la sección-22 y ésta contra la autoridad educativa. También se observan conflictos de sindicatos contra poblaciones y de éstas contra particulares, o de agencias contra cabeceras municipales, o agencias contra agencias, de sindicatos contra sindicatos, municipios contra municipios, y un largo etcétera. Algunos de estos casos son particularmente complejos o violentos o a veces con un perfil de irresolubilidad. Baste pensar en el caso de los triquis, o en los chimalapas, o en el magisterial. Oaxaca parece un bosque que hace fuego por muchos lados.

Se puede proponer que, muchos de estos conflictos se han generado por la resistencia o dificultad de la sociedad oaxaqueña para negociar o asimilar los numerosos cambios inducidos desde fuera durante al menos las últimas tres décadas. Hablamos, por ejemplo, de reformas educativas y económicas, de incrementos comerciales regionales, de incrementos en los recursos municipales (ramos 28 y 33), del reconocimiento de nuevos derechos étnicos y de numerosos megaproyectos industriales. Todos estos, factores que han actuado como choques externos que demandan capacidades adaptativas.

Este conjunto de cambios ha supuesto giros más o menos radicales en las reglas de acceso y uso de bienes y recursos (sean naturales, económicos o jurídicos) así como cambios en los agromercados y en los territorios. En otras palabras, después de estas transformaciones, unos sectores tienen más y otros menos derechos, mercados, recursos y cargos públicos, plazas laborales, territorio, información, etc.

Siendo tan marcados en su carácter distributivo, todos estos cambios han supuesto potencialmente la generación de ganadores y perdedores, lo cual se ha traducido en protestas, luchas, defensas, resistencias, movimientos sociales, inconformidad y malestar subjetivo; en una palabra, en conflictos.

El gobierno en turno ha heredado una sociedad convulsionada frente al cambio. A este respecto, la denominación del Programa como de Paz con Justicia y Bienestar para el Pueblo de Oaxaca parece contener piezas importantes para empezar a hablar de pacificación, porque en su origen, el bloqueo y la protesta social fueron respuestas a problemas de riesgo, injusticia y malestar frente a un contexto cambiante e incierto.

Esperemos que el Programa anunciado de los primeros pasos hacia la reparación de daños y hacia una nueva forma de gestionar las demandas del sector social, cuyas manifestaciones van al alza y no a la baja, como a veces supone la narrativa oficial.

Hablar antes de bloquear calles y avenidas, para gestionar demandas, requiere altas capacidades de respuesta por parte de los organismos públicos. Esperemos que las ventanillas del gobierno estén abiertas y den respuestas efectivas a quienes las demanden.



* Investigador por México en el IIS-UABJO. Correo: latapiagu@conacyt.mx

Comentarios

Entradas populares